CHIANG RAI.- El más pequeño de los chicos atrapados en una cueva de Tailandia desde hace 11 días podrá disfrutar a su salida de una nueva bicicleta. Todos serán recibidos como celebridades, rodeados de cariño y atenciones. Pero hasta entonces, tendrán que permanecer en un lugar oscuro y húmedo, amontonados en un pequeño espacio rodeado de barro líquido y recibiendo comida, agua y medicamentos a través de un túnel.
Los 12 chicos y su entrenador podrían pasar un largo período en esas condiciones. La pregunta ahora es ¿cómo los afectará la falta de luz solar y el encierro?
Video: cómo es la cueva donde quedaron atrapados 12 niños de Tailandia
Según Linda Geddes, científica consultada por la cadena británica de noticias BBC, más allá del trauma psicológico vinculado a estar atrapado bajo tierra, la ausencia de luz solar puede hacer que los chicos pierdan la noción del tiempo, los pone en riesgo de depresión, insomnio, desarreglos hormonales y hasta puede crear desacuerdos en el grupo.
Esta no es la primera vez que ocurre, dice Geddes a la BBC. En 1962, el geólogo francés Michel Siffre se metió en un agujero en un glaciar subterráneo que había descubierto cerca de Niza y estuvo allí por dos meses. No tenía visitas, ni acceso a un reloj, ni calendario, ni luz solar.
Los niños atrapados en cueva de Tailandia están aprendiendo a bucear
En ese tiempo, Siffre dejó que su cuerpo dictara su comportamiento. Llevaba un diario con sus actividades y hablaba por teléfono con su equipo cada vez que se levantaba, comía y cada vez que se iba a dormir, sin que le revelaran qué hora era. Cuando se cumplieron los dos meses del experimento, Siffre no lo creía. Estaba convencido de que sólo había pasado un mes bajo tierra: su percepción psicológica del tiempo había sido distorsionada por la oscuridad constante.
Algo parecido sucedió cuando los buzos encontraron a los chicos atrapados en la cueva tailandesa. Una de las primeras preguntas que hicieron fue cuánto tiempo habían pasado allí.
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Las notas de Siffre revelaron otro fenómeno: aunque pasaba un tercio de su tiempo durmiento, como lo haría en la superficie, el ciclo de sueño y vigilia no era de 24 horas, sino de 24 horas y media. Su reloj interno se habíla ajustado a su propio ritmo, e iba corriendo el horario de sueño.
Con el tiempo, esta situación puede convertirse en un desorden, caracterizado por períodos de buen sueño, seguido por períodos de mal descanso y sueño durante el día, parecido al jetlag.
Un antídoto para este problema se probó útil en el caso de los mineros chilenos atrapados por 69 días bajo tierra, en 2010. Para ellos se enviaba un tipo especial de luz para replicar los períodos de luz natural. Una estrategia similar podría usarse con los chicos de Tailandia, para mantenerlos sincronizados con el exterior.